Los àrboles, bien gracias… ¿o querès que te cuente?

Por Luis E. Sabini Fernández. El árbol es nuestro amigo. Nuestro aliado, nuestro protector. Como decía Herman Hesse, nuestro hermano.
Esto se repite a menudo en las escuelas, en los actos en las plazas, pero en la vida cotidiana de una megalópolis como Buenos Aires, la cosa es diferente.
Y si miramos el mapa argentino, el desmantelamiento de bosques para mayor extensión de la soja, con esa nueva no tan nueva “ley de bosques” que se le ha entregado a la agroindustria, contaminante, tanto territorio, el estado de los àrboles y los bosques es màs que preocupante.
Pero ciñémonos a nuestra ciudad, a la CABA.
Dos notas bien recientes nos pueden servir de base para este abordaje: una nota en La Naciòn 1 que nos “informa” que todo està muy bien con los árboles de la ciudad, o al menos mucho mejor que en otras ciudades; y otra nota en Página 12  2 que nos advierte lo mal que están los àrboles de la ciudad.
Desde la lógica màs rudimentaria, ya sabemos que cuando dos afirmaciones se contradicen entre sí, las dos no pueden ser ciertas; podrán sí ser las dos falsas o a lo sumo, una verdadera.
En La Naciòn se conforman con poco: hacen un cuadrito según el cual Buenos Aires tiene màs àrboles por habitante que Barcelona, Curitiba, Bogotà o Nueva York. Podríamos agregar sin temor a equivocarnos que también tiene màs, mucho màs que Shangai.
Pero si hacemos la comparación con Rìo de Janeiro, con Montevideo, con Estocolmo, por ejemplo, la cantidad de àrboles porteños es misérrima. No es juego limpio “elegir” nada màs que ciudades aun menos provistas de àrboles que BsAs. Sirve para reconfortar porteños, pero lo hace con algo falso. Y falaz.
La noteja de LN también se consuela afirmando que faltan sí, pero apenas un puñado: el censo de 2012 habría revelado que hay 372 mil árboles y que los espacios con que cuenta la ciudad para tales plantaciones es de 420 mil: falta entonces apenas un 10%. Pero ni siquiera, según la misma nota, porque, complementa cifras afirmando que hay unos 53 mil àrboles màs plantados en “espacios verdes”. Ya estaríamos en 425 mil, sin necesidad de recurrir a los espacios vacantes…
No queda claro de donde proviene un 5% que la autora nos informa que corresponde a “plantados por vecinos”. ¿Plantados en los espacios públicos o en los jardines privados? Un 5 % andaría por unos 20 mil…
Por supuesto, el artículo da por sentado que hay que terminar de poblar los espacios disponibles para àrboles, pero no dice una palabra, luego de tantos números, sobre la calidad de vida de tales àrboles.
Uno camina y ve el maltrato permanente de àrboles. Tronchados, mutilados, vandalizados, suprimidos para disponer del espacio con otras finalidades.
Una cuadra “normal”, de unos 85 o 90 m suele tener una docena de espacios en cada vereda. Aunque en algunos se puede contar 12 por vereda, es habitual ver cuadras con 7 o 5 ejemplares. En las cuadras cortas, entre pasajes, unos 45 o 50 m., hay espacios previstos para 7 arboles por vereda; sin embargo, es habitual encontrar algunos tramos con 4, por ejemplo.
¿Què ha contado LN? cuando nos habla de 372 mil àrboles?, ¿los ejemplares o los espacios previstos?
Los espacios para plantar àrboles, como djimos, están sufriendo una merma constante: para hacer una entrada de autos, para hacer una entrada de negocio, para ampliar un garaje.
Contar àrboles mal podados, por ejemplo fuera del período de hibernación o mediante mutilaciones de troncos y ramas principales, que no permite jamàs la restauración del árbol adulto y pleno. ¿Contar què?
Veamos un ejemplo con los cortes recientes en la plaza de Almagro, limitada por Salguero, Bulnes, Peròn y Mitre. Esa plaza tuvo un penoso episodio con una rama gruesa cayendo y golpeando en el cràneo de una niña, produciéndole una severa conmociòn cerebral.
Hace un par de meses, todavía en buena época de poda, llegaron a la plaza y cortaron troncos y ramas hasta dejar mustios àrboles que jamás van a recuperar sus copas, y que brotan, ahora están brotando primaveralmente con ramilletes de ramas, constituyen una copa totalmente disímil a la propia de la especie.
¿Por què esa arrebatiña de plantas, troncos, ramas? El municipio no quiere que se le repita el episodio de la niña tan lastimada. Pero ¿por què había pasado? Porque las “autoridades” encargadas del “ornato público” no han verificado nunca el estado de los àrboles. Entonces, hay que cambiar alguno o troncharlo cuando de repente se cae…
Esto, se podría calfiicar como una manejo burocrático en este caso de la vida (de los àrboles, y la de la gente). En lugar de sierras eléctricas trabajando al barrer, hay que tener botànicos que examinen el estado de los àrboles y retirar o hacer retirar los enfermos, los que presenten peligro de caída, etcétera.
Si esto pasa con árboles viejos, Kiernan nos cuenta lo que pasa con àrboles jóvenes: plantaron “àrboles extremadamente jóvenes, sin hojas, raquíticos, con ‘troncos’ de diámetro de 5 y 10 mm, como el dedo meñique de un adulto y de una altura que en el mejor de los casos alcanza a los dos metros y en el peor apenas llega a un metro […] plantados en un terreno […] que no fue preparado, no hay quien lo riegue.” Kiernan aclara que todos estos operativos revelan “ignorancia, indiferencia”. Refirièndose al método, señala que ni siquiera se hicieron los hoyos el dìa anterior, no se le agregó tierra fértil como cama para el ejemplar a transplantar y el terrón que porta el árbol nuevo no fue ni siquiera dejado a nivel del resto del suelo, facilitando la putrición de aquellas plantas que quedaron por debajo, “que acumula agua y pudre las raíces”.
Andamos mal entonces, de cantidad, mal de calidad, “ciudad verde” ¿de què puede enorgullecerse una administración que hace tan mal las cosas y apostrofa que cuida las plazas, el arbolado urbano, nuestra calidad de vida?

1  Laura Rocha, Buenos Aires, 28/10/2015.
2  Sergio Kiernan, Buenos Aires, 31/10/2015.