Veganismo: ¿sólo falsa ciencia y pura ideología?

por Luis E. Sabini Fernández –

Estamos viviendo peculiares momentos. El siglo “corto” sacó de la agenda la meta del socialismo, aparentemente compartida por muchos progresistas, y desde los ’90 del siglo pasado estamos viendo la floración de una serie de ideologías “de nuevo cuño” (no tan nuevo, o por lo menos no todos tan nuevos).

Tenemos el recrudecimiento del cientificismo que algunos investidos consideran desarrollo de la ciencia. El del libertarianismo que no es sino un capitalismo recargado (también bautizado anarcocapitalismo; un verdadero oxímoron), el de algunos recrudecimientos religiosos, con sus ejércitos de fe y sus visitas sagradas a los presuntos orígenes bíblicos. Pero también ideologías novedosas, como el veganismo.

Como corresponde al espíritu de los tiempos, no se presenta como ideología y menos radical, con todo lo que ello significaría de intolerancia, ombliguismo y espíritu sectario, sino más bien como política con fundamentos científicos.

Un buen exponente resulta el artículo “La salud, de todos” de Gustavo Medina.[1] Medina empieza rastreando “objetivamente” el carácter zoonótico de la llamada pandemia del Covid 19. No necesita probar ese carácter zoonótico; le alcanza rastrear que todas las epidemias del último siglo han registrado el paso de virus o bacterias del mundo silvestre al configurado por el hombre.

Sería una buena hipótesis, que despolitiza totalmente éste y otros episodios de zoonosis. El escollo es que muchos de estos episodios de pasaje de seres o fragmentos virósicos del mundo silvestre al mundo humano han sido programados, orientados, coordinados, por humanos. Y si ha habido mano humana en tales desplazamientos, la idea de un episodio pandémico totalmente ajeno a la voluntad del hombre, de ciertos humanos, se desmorona. O lo que es peor, demuestra su carácter ideológico, enmascarando la realidad…

Nos hacemos pura espontaneidad para regocijo de ciertos titiriteros que sí observan y disponen de la realidad.

Entre los datos de la realidad está que el inmenso laboratorio de Wuhan se dedicaba a biología sintética. Y en ese rubro, tenía estrechas relaciones con otros laboratorios made in USA.

Investigar, programar, hacer  biología sintética es un acto de profundo sentido filosófico, que sus cultores generalmente ni mencionan ni imaginan (llaman a sus criaturas en gestión (ya que no corresponde la noción de gestación) quimeras, con lo cual queda claro que ni siquiera entienden la mitología griega de la cual han extraído la palabreja. Y tiene un sentido político-militar: afán por crear organismos nuevos capaces de atacar, invalidar, infectar, al enemigo.

En esos menesteres estaban en Wuhan. Con lo cual, bien podría haberse repetido la secuencia del SIDA: en la década del ’80 vino a la luz pública que laboratorios estadounidenses estaban dedicados a perpetrar armas biológicas, afiatando la test tube war.

Pero eso tampoco es novedad. El SIDA fue apenas un capítulo.

La interpretación zoonótica pura despolitiza radicalmente lo que sucede tras las bambalinas del poder. Así como hubo  esquemas de guerra química desde la 1GM, lo cierto es que en la segunda posguerra, con EE.UU. como líder militar exclusivo (al menos por el período 1945-1951 o 1952), sus mandos se dedicaron a la guerra bacteriológica. Experimentando, en un primer momento, con su propia población (muy pronto aprendieron a usar la periferia planetaria (y con microorganismos más peligrosos).[2]

Algunos traspiés en dichos experimentos “pisaron callos” indebidos y los militares fueron cuestionados por sus métodos, de usar civiles como conejillos.

Por eso, cuando sobreviene el episodio del SIDA, el catedrático Jay Jacobson (de la Universidad de Utah) destacó los peligros de la manipulación laboratoril de microorganismos: “No tenemos más que detenernos a pensar en la epidemia del SIDA para entrever algunas de las espantosas consecuencias de un accidente en el caso de que gérmenes patógenos de alta toxicidad estén en depósito.” [3]

El episodio SIDA fuera de control enfrentó a las administraciones civil y militar de EE.UU. Pero al resto de los mortales nos quedó claro que la manipulación era con ambas.

No es sólo cuestión con microorganismos. La test tube war, blandida en su momento como hacha de guerra triunfante, se ocupó también del clima. Militares  actuando al margen y a espaldas de todo control democrático o abierto, llevaron a cabo el proyecto HAARP (de control atmosférico, que permite inundar una zona, una ciudad o resecar una región…). Todo ello proviene al menos desde el tiempo de la 2GM.

Las zoonosis, entonces, no resultan tan inocentes ni espontáneas, como se desprende de la nota del sr. Medina.

En rigor, su enumeración; de gripe de Kansas (mal llamada “española”), de la aviar, de la porcina, etcétera, sustrae todo factor político; nos retrotrae el mundo de la espontaneidad, de lo no controlado; pura naturaleza, aunque dos (una silvestre y la otra humanoindustrial).

Pero, Wuhan mediante, desconfío de tanta apoliticidad para lo que estamos sufriendo en los últimos dos años.

La batería descriptiva que este militante antivacunos (no antivacunas) procura imponer constituye un punto de vista ajeno a toda conspiración y nuestro hombre no trepida en disponer volúmenes sobre emisiones de metano  −el “nuestro” y el de rumiantes− con total desprecio de los datos de la realidad, aunque muy acompasados a su tesis: de que el problema que tiene la humanidad es que come carne.

Tomemos algunas cifras para poner en perspectiva la pandemia de covid [la da como natural] y la amenaza al medioambiente provocada por la industria alimentaria animal.

Aquí ya empieza el bailoteo de números y relaciones que impacten aunque no tengan relación alguna con la realidad. Nos dice, por ejemplo, que han muerto por la pandemia 4.550 000 humanos. Demos por buenas sus cifras, aunque no el motivo; habría que analizar muy cuidadosamente si los cuatro millones y medio de humanos han muerto “por la pandemia”, o por mala praxis, o por sesgada definición de causa de muerte, etcétera. Pero esto es, pese a su enormidad, peccata minuta ante el manejo que nos presenta Medina: nos recuerda que la humanidad manduca 208.725.000.000 animales (más de doscientos mil millones de animales). Suponemos que por año. O durante la pandemia; nuestro autor obvia el dato y prescinde en todo momento de dar las fuentes (algo que implica ya no sólo al autor sino al editor…). Y luego atribuye esa carne consumida a los muertos humanos atribuidos a la pandemia, aquellos cuatro millones. Y nos regala el fruto aritmético: a cada muerto oficial de la pandemia  le corresponde 47586 animales. Casi cincuenta mil ovejas o vacas… Estamos ante falta de sentido en acción.

No hay relación, pero hay impacto.

Nuestro hombre no se arredra. Aclara que éstas son apenas cifras de 2003 y que ni contemplan las “decenas de millones anuales de animales marinos” igualmente muertos.

Establecidas las mortandades, nos aclara que “el cambio climático [eufemismo para referirse al calentamiento global, muy al uso de las burocracias públicas y privadas] es la mayor amenaza para la supervivencia de la especie humana. El sector ganadero es responsable del 18% de las emisiones de gases de efecto invernadero, medidos en equivalente de CO2, superando así la contribución de los medios de transporte [sic].”

Despacito y por las piedras. Cotejemos datos y fuentes que el sr. Medina NO ha dado.[4]

Una investigación académica  sobre existencia y producción de metano, fuentes naturales y antropogénicas nos da subtotales de 160 millones de toneladas de origen estrictamente natural (extrahumano) anuales (origen en pantanos, mares y termitas, por ejemplo). Un segundo grupo de fuentes de metano son estrictamente industriales (gas, petróleo, carbón mineral, carbón vegetal, los muy mal llamados “rellenos sanitarios” y aguas residuales, que generan –según esta investigación− otros 155 millones de toneladas anuales. Finalmente, la agricultura y la ganadería responden en partes casi iguales por otros 155 millones de toneladas (básicamente, arroz y rumiantes).

Esta investigación no nos brinda la unidad de medida. La más común es el cálculo de toneladas equivalentes en CO2. Aquí, tenemos a los rumiantes con 80 millones de toneladas anuales.

Los datos de emisión de CO2 y metano por el empleo de carbón en todo el planeta totalizan anualmente 243 miles de millones de ton CO2 equivalente en 25 años (1988-2013).[5]

Si para poder comparar anualmente, dividimos linealmente ese monto por 25, nos queda el promedio anual de CO2 y metano de origen por las actividades humanas, 9720 millones de toneladas anuales equivalentes CO2.

La Universidad de Antioquìa registra 80 millones de ton. anuales de metano proveniente de los rumiantes en cautiverio.

Si la Universidad mencionada ha tomado como unidad de medida de la emisión de metano, su equivalente en CO2, la “contribución ganaderil” sería ínfima. Pero concedamos que los académicos colombianos hayan descuidado el tema de la homogeneización de magnitudes y que debamos usar el factor para “traducir” unidades de emisión de metano a CO2. Para la BBC, el metano es 25 veces más intenso que el CO2, y para la propia Universidad de Antioquía, se produce un “efecto 21-30 veces más contaminante con respecto al CO2.”

Tomemos el recaudo de “traducir” la emisión de metano multiplicando el factor indicado por 25: si multiplicamos los 80 x 25 tenemos un valor redondeado en 2000 mill. ton. equiv. CO2. Recordemos que el promedio anual de emisión de metano equivalente CO2 en el planeta anda por las 9720 millones de ton.  provocadas por el régimen tecnoeconómico actual.

Grosso modo, 4 veces más que las vacas domésticas.

El sr. Medina tendría que rendir cuentas de dónde proviene su afirmación que las vacas producen más metano (o su equivalente en CO2) que los autos (y aviones).

Hagamos otras aproximaciones.

BBC calcula que el ganado rumiante  es responsable de hasta el 14% de las emisiones de e.i. Le quita asì el sitio protagónico que este ardiente vegano le otorga a los rumiantes de criadero.

La Universidad de Antioquía, en la investigación ya citada, le atribuye un 17 % de las emisiones de metano de todo el planeta a los vacunos.

En cualquiera de los casos, vemos que es un factor lejos del protagonismo que se le atribuye. Una sexta, una séptima parte.

Como la emisión de metano, sobre todo en aumento, es de todos modos un problema, hay que buscar a los emisores principales.

No pude conseguir cifras de los rumiantes silvestres. Pero bien pueden responder por un porcentaje apreciable de emisión de metano. ¿Se tratará de suprimir vicuñas, guanacos, cabras, ciervos, llamas, muflones, antílopes alces, jirafas, dromedarios, jakes, gacelas, gamos, ñus, corzos, búfalos?

El metano proveniente de los arrozales del planeta ronda magnitudes apenas inferiores a las del metano producido por el ganado vacuno del planeta. ¿Se tratará de suprimir el arroz, tal vez el alimento más empleado en el planeta?

¿Serán otras “sabias” propuestas del sr. Medina?

Veamos otros enfoques para enfrentar la emisión de metano, que nadie duda, su aumento es altamente problemático.

En el Reino Unido se ha encarado una vacuna para solucionar la emisión de metano de rumiantes: se les inyecta en el estómago a las vacas.

Pero obsérvese el lastimoso ombliguismo que impulsa a estos “científicos” ardientes inventores de vacunas: “El objetivo de AgResearch es desarrollar esta vacuna, junto con otros métodos antimetano, para permitirnos seguir comiendo carne y productos lácteos mientras se reduce el impacto que la industria ganadera tiene en el medio ambiente. Lo que se podría definir como carne sin culpa y queso con la conciencia tranquila.” [6]

Es para seguir comiendo exquisiteces y no tener sentimientos de culpa. Pero por lo visto lo que se les ha borrado a estos sibaritas es el discernimiento: gracias a su condición de rumiantes estos animales se alimentan de pastos (duros, por ejemplo) que serían incomibles para la inmensa mayoría de seres vivos; sin rumiantes habría que sobrecargar algunos campos, ya muy exigidos, para alimentar a los seres vivos, humanos incluidos, con otros cultivos. [7]

Los rumiantes constituyen una maravillosa división de tareas en el consumo de naturaleza. Si algunos técnicos diseñan espacios como campos de concentración donde atosigan a vacunos con piensos, granos, antibióticos, antiparasitarios y los hacen estar permanentemente parados en un lago artificial de orín y heces, y apresuran el atosigamiento porque son conscientes que animales en esas condiciones tienen corta vida, eso no es ni agradable ni defendible.

Pero la culpa no es del rumen sino de un capital transnacional desbocado en plena hybris que confunde sus delirios hipertecnologizados con “calidad de vida”, “ciencia”, “desarrollo”, “libertad” y, ciertamente, “defensa del planeta”…

 

[1]   En el semanario progre por excelencia del Uruguay, Brecha, 29 oct. 2021.

[2]   La experimentación con humanos tratados como cobayos en EE.UU. tiene antecedentes con población propia… pero negra. Véase el caso Tuskegee, dedicado a ver el desarrollo “espontáneo” de sífilis. Un experimento que duró, lea bien, de 1932 a 1972.

[3]  San Francisco Examiner, San Francisco, 5 mar 1989).

[4]  Su nota está presentada como parte de libro “a publicarse en 2022”. ¿Se atreverán a publicar sin remitir a fuentes? Todo un avance en el desparpajo y el dogmatismo.

[5]  http://www.scielo.org.co/pdf/rccp/v18n1/v18n1a06.pdf

[6]   https://www.bbc.com/mundo/vert-fut-49557404

[7]   https://www.fao.org/3/X5320s/x5320s02.htm

Franja de Gaza: diseño israelí de muerte

por Luis E. Sabini Fernández –

Una joven escritora anglo-egipcia, Yousra Samir Imran, ha “descendido” de su actividad hipermoderna, electrónica, y recogido, con sensibilidad, el cuadro psiquiátrico que se registra en la Franja de Gaza.: “atrapados, desesperados y abocados al suicidio” como titula su nota pasando revista a esta situación.[1]

Los datos duros y crudos son reveladores: las sociedades musulmanas son muy renuentes al suicidio, pesa un tabú sobre semejante práctica.

Lo cual nos da una señal aun mayor de la gravedad de la situación.

Imran nos da el cuadro de Suleiman Al Ajuri, que hace año y medio tuvo mucha relevancia en la Franja de Gaza (en adelante FdG) fundando un movimiento social; “Queremos vivir”, desmarcándose de las directivas de Hamas sobre el diminuto territorio.

Reacción más que  comprensible: la FdG está bloqueada por Israel desde 2006, y desde el cruento golpe de estado del Ejército en Egipto, que asesinó a miles de musulmanes, estos militares se han sumado al cerco israelí cortando por completo el contacto territorial de FdG con el resto del mundo; la costa de la FdG está controlada por la Marina israelí que ha intervenido a veces violentamente, asesinando tripulantes para impedir la llegada de embarcaciones “ajenas” a la costa gaziana. Como por otra parte el Estado de Israel bombardeó y aniquiló el único aeropuerto de la FdG, el aislamiento es realmente total.[2]

Un apunte histórico: en 2005 Ariel Sharon decide evacuar las cuatro o cinco colonizaciones que habían implantado en FdG, a partir de la “Guerra de los 6 días” y la invasión consiguiente; un mordisco más al territorio palestino, y de buen tamaño. La colonización instaló allí unos 8 000 colonos. En una población total (entre la originaria y los cientos de miles de expulsados y fugitivos de Palestina en 1948) de algo más de millón y medio de habitantes.

Sharon consideró que la relación costo/beneficios era muy pesada para sostener esos emplazamientos respecto a la colonización de Cisjordania, donde los colonos ya se contaban por centenares de miles en medio de una población palestina algo menos densa. Y que a la FdG se le podía dar otro “tratamiento”; ‘ahora que quedan sólo palestinos, les vamos a hacer la vida imposible, los vamos a quebrar para que no aguanten más.’

Pese a baladronadas iniciales de los sionistas que habían arrebatado territorios en la FdG, en setiembre de 2005 Sharon los evacuó sin disparar un solo tiro y los confortó dándole suculentas reparaciones.

Los colonos, primero destrozaron cuidadosamente todas las lujosas instalaciones que habían levantado en la Franja con los multimillonarios fondos que reciben de EE.UU.; desde las paredes de los edificios hasta las cañerías y los jardines provistos de abundante agua, y lo que del mobiliario y equipamiento entendieron mejor no llevar. Luego de proceder al destrozo de ”comodidades” que habrían provisto a cientos de miles de palestinos, dejaron todos esos restos, hecho añicos o pudriéndose en el territorio de la Franja y se fueron a recibir en la nueva colonización todo flamante del Estado de Israel.

Y desde esa primera noche, sin judíos en la zona, la fuerza aérea israelí sobrevoló la FdG con vuelos rasantes con velocidad superior a  la del sonido, creando confusión entre el sonido fortísimo de tales vuelos y los de un bombardeo. Resultado consiguiente: una oleada de enuresis y de tímpanos rotos, sobre todo en población infantil.

Pero eso fue apenas el “aperitivo” sionista: ya vendrían los bombardeos de veras.

En 2006 tiene lugar las primeras elecciones de autoridades palestinas en mucho tiempo, con resultados confiables, con controles internacionales, como el del equipo de Jimmy Carter, y esta vez, en lugar de los resultados “previstos” por el gobierno de turno (Fatah y OLP desde hacía mucho), las votaciones dieron un porcentaje mayor a Hamas, una red religiosa islámica enfrentada a la dirección palestina anterior, laica (ubicada en la órbita del llamado “campo socialista”).

Ese resultado, en elecciones limpias, no fue del agrado del gobierno israelí ni de la dirección política palestina oficial. Israel llevó a prisión a decenas de candidatos de Hamas legítimamente elegidos. El triunfo de Hamas había sido muy marcado en la FdG; en Cisjordania, los resultados habían sido más parejos (carezco de datos de los llamados “árabes israelíes”, es decir palestinos que han vivido ininterrumpidamente en el Estado de Israel desde 1948).

Violando el resultado electoral con detenciones y nombramientos arbitrarios, hubo diversas escaramuzas que dejaron a Cisjordania en manos de la OLP y a  la FdG en las de Hamas.

Desde ese mismo momento, el cerco a la FdG se hizo férreo: sabiendo de la imposible autarquía de territorio tan pequeño y poblacionalmente sobrecargado, las autoridades alimentarias israelíes diseñaron un ingreso de mercadería para alimentos que no excediera una dieta ajustada para sus habitantes. El resultado práctico de semejante torniquete fue la inmediata falta de comida, porque no todo lo que se despacha llega en condiciones, por ejemplo. Y porque se estrechó la diversidad alimentaria.

La FdG tiene una costa de unos 50 km. Tradicionalmente, la pesca era un importante ingrediente alimentario. Pero con el cerco, los pescadores tendrán que dejar pasar cardúmenes porque la marina israelí les marcó un límite muy exiguo para pescar; y cada vez que alguna chalana quería aumentar su recolección, eran baleados. Los resultados no se hicieron esperar: cosecha de pescadores lisiados o muertos. E incluso de niños palestinos muertos jugando en la playa.

La aviación israelí bombardeó repetidas veces las usinas de potabilización, las de depuración, el puerto y el aeropuerto y en general todos los establecimientos vinculados al quehacer material, como el tratamiento de desechos.

Tratándose de una franja costera, los israelíes mediterráneos  que tenían residuos de producción industrial o de consumo, aprovechándose del declive natural del terreno volcaban sus efluentes hacia la FdG, arruinando, de paso, las escasas superficies cultivables que en la FdG existen.

Tras estos “pasos de ablande”, sobrevino, a fines de 2008, “la lección mayor”: el Ejército, que se llama de Defensa israelí, invadió la FdG y a toda su población, civil, por aire, mar y tierra, en un operativo con el muy expresivo nombre de “Plomo fundido”, que destrozó decenas de miles de las viviendas del enclave, arrasando instalaciones, escuelas y servicios, matando a cientos de palestinos e hiriendo a miles.

Casi sin comida, con progresivo deterioro sanitario, con menguadísimos medios de comunicación y transporte (carreteras y vehículos deliberadamente dañados en ese ataque y en los que se repetirán en 2012 y 2014), el estado de la FdG se hace indescriptible: “ataques terrestres, aéreos, y marítimos sobre civiles, hospitales, escuelas, refugios, santuarios[3] deberían convertirse de inmediato en un expediente en la ONU sobre crímenes de guerra. Pero no en esta ONU y menos si se trata de responsabilidades y atrocidades cometidas por el Estado de Israel.

Por eso el etnocidio llevado adelante por el sionismo y el Estado de Israel (con sus protectores históricos; el British Empire y “la Gran Democracia del Norte”) se sigue perpetrando hasta ahora sin consecuencias a la vista.

En un viernes conmemorativo, en marzo de 2018, los palestinos iniciaron una Marcha de Reclamo por la Tierra (perdida, usurpada). No violenta, sin las rudimentarias armas usadas por Hamas y otras milicias armadas palestinas, sin piedras siquiera. El ejército de “Defensa” ha matado a centenares a lo largo de varios viernes de demanda pacífica y ha herido a varios miles, usando ante la supuesta invasión a francotiradores que han elegido concienzudamente los órganos o partes del cuerpo para realizar el mayor daño…).

 

Sucintamente, entonces, Suleiman Al Ajuri remató todos sus esfuerzos por cambiar la situación general y la suya particular, poniendo fin a su vida. Imran nos informa que en el último tiempo estaba siendo muy hostigado por Hamas y a la vez, proseguía sus esfuerzos para conseguir un pasaje, un pasaporte, un medio para ir a sobrevivir a otra parte. Infructuosamente.

Imran aclara: “El día en que murió Suleiman, otros tres jóvenes de Gaza se suicidaron. Ayman Al Ghoul, de 24 años, se arrojó desde el quinto piso de un edificio en el campo de refugiados de al-Shati. Una mujer de 30 años se ahorcó en Rafah, e Ibrahim Yassin, de 21 años, un maestro empleado por la UNRWA, murió a causa de las heridas sufridas tras prenderse fuego la semana anterior.

”El día después de la muerte de Suleiman, Ahmed Al Malahi se tragó cincuenta pastillas, una joven adolescente intentó tirarse por el balcón de su casa y una joven de 18 años se tragó decenas de pastillas en un intento de suicidio.

”Tres días después de esas desgracias, un joven de Gaza intentó saltar desde un balcón en el Ministerio de Asuntos Sociales cuando le negaron una ayuda. Y luego, el 9 de julio, Eyas Shehada fue arrestado por Hamas por amenazar con suicidarse si se ignoraban sus problemas. Eyas fue de puerta en puerta pidiendo ayuda a los funcionarios de Hamas mientras grababa un Facebook Live, hablando sobre su falta de vivienda, indigencia e impotencia para mantener a su familia.

”El periodista Usama Al Kahlout fue arrestado por Hamas ese día por cubrir la historia de Eyas. El Centro de Derechos Humanos Al Mezan informó que el día del funeral de Suleiman, trece de sus amigos fueron arrestados, nueve en el cementerio y cuatro en su casa cuando habían acudido a dar el pésame a su familia. Ese mismo día fueron arrestados dos periodistas que informaron sobre su suicidio.”

Imran destaca, certeramente, el papel de cancerbero mental que ejerce Hamas en la FdG. Y destaca también, con acierto, el papel de torniquete complementario, cómplice, de la dictadura egipcia sobre el enclave palestino, terminando de asfixiar ese territorio que constituye la prueba palpable del asesinato colectivo ejercido por los ejércitos sionistas en Palestina en 1948.

Imran hace hincapié en el deterioro creciente de la salud mental en la Franja. No sólo el hambre, la falta de agua (dosificada, como la luz, a no más de 2 o 4 horas diarias: el “consejo” de Sharon viento en popa), la desocupación forzosa (se ha bombardeado preferentemente no solo  escuelas, hospitales y viviendas sino todo local productivo o empresario, particularmente si llegaba a producir algo que compitiera con un correspondiente israelí, como ha pasado destruyendo una muy conocida cerveza palestina…).

Pero la visión de Imran es desdichadamente apolítica. No conoce ni parece interesarle la historia: su “informe” es bueno, veraz, pero un puro presente. Como si el mundo no fuera una sucesión temporal; pasado-presente-futuro. Alojada en su eterno presente aconseja: “que Israel asuma sus responsabilidades para con la población ocupada.”

Como si Israel, enviando algunos asistentes; psicólogos ante intentos de suicidio, dietistas para mejorar la alimentación, urbanistas para redefinir los espacios habitacionales sistemáticamente derruidos en todas las operaciones  de destrucción de ese territorio y de esa sociedad, pudiera remediar algo.

Imran ha perdido la brújula de las causas. Israel y sus elites de poder son los causantes, los forjadores de este estado de situación: es la forma judeosionista de eliminar una sociedad, que ha resultado un obstáculo a sus planes supuestamente bíblicos: volver a vivir a un sitio que se supone fue habitado por algunos, muy pocos de sus antecesores, unos miles de años atrás.

El sionismo es una colonización racista, como en general han sido todas las colonizaciones de tierras ya habitadas por oriundos, por indígenas, por natives, como el anglocolonialismo ha designado con desdén a esos humanos.

A diferencia de otras usurpaciones de tierra, el proyecto sionista ha resultado mucho más cerebral, valiéndose de las más diversas disciplinas para redondear sus planes y de algún modo simularlos. Al no emplear métodos más rudimentarios y totales, este estilo de colonización lleva más tiempo. Prácticamente en el caso de Palestina ha insumido todo el siglo XX y algo más en el tiempo, antes y después, es decir ahora, en el s XXI.

Con el “Acuerdo del Siglo”, Netanyahu y Trump habían “finalmente” proyectado acabar con “la cuestión palestina en 2020, en junio, sobornando con chirolas a “los últimos mohicanos”, pero no les funcionó.

Los palestinos han probado ser un pueblo con enorme resistencia y aguante, propio de su historia milenaria en el país, del cual la entente globalifílica quiere arrancarlos, y aunque el plan de implantación judía ha avanzado considerablemente, la liquidación que las élites de poder estadounidense e israelí habían pergeñado para este año ha naufragado.

Por cierto que, como nos recuerda Imran, existe un lado nefasto de Hamas; podríamos agregar otros: de la dirigencia egipcia, de otras organizaciones políticas palestinas, pero todos estos “actores” son absolutamente secundarios ante los verdaderos autores de las matanzas, de los sufrimientos, del etnocidio.

Y lo que avanza sí, es el conocimiento de la historia verdadera, desnudando tramo a tramo la historia oficial israelí: ya se sabe que los palestinos no se fueron llamados por radios árabes sino “persuadidos” por un método sumario; los sionistas llegaban a una aldea, mataban a media docena de varones y “exhortaban” al resto a abandonar sus moradas; si resistían, se tomaba otro pequeño conjunto de aldeanos, varones, jóvenes, se los mataba y probablemente “la vacuna” era suficiente para que el resto abandonara, sí, la aldea.

Ya sabemos que no era el David judío contra el Goliat árabe; sino más bien al revés; un enorme y bien pertrechado ejército judío que le permitió golpear a “los palestinos”; una sociedad árabe no militarizada.

Es el Estado de Israel y sus mandamases los que tendrán que dar explicaciones de tanta manipulación, del uso artero de los más diversos recursos, de los abusos, las matanzas, las torturas, el arrasamiento de centenares de aldeas, para que caiga de una vez por todas, la construcción atrozmente falsa de la figura del ‘ejército más moral del mundo’.

La humanidad tendrá en algún momento que saldar esta cuenta pendiente con la historia. Porque los humanos, tenemos, junto con tantos defectos, una necesidad radical, profunda, inevitable, propia de nuestra conciencia: conocer la verdad. Asumirla. Y actuar en consecuencia.

 

 

[1]  “Los jóvenes de Gaza: atrapados, desesperados y abocados al suicidio”, www.rebelion.org,      20 ago 2020.

[2]  Los palestinos en su desesperación ensayaron túneles, con enorme sacrificio para llevarlos manualmente adelante hacia territorio hoy ocupado por Israel o hacia Egipto, y lograr por ese medio  imprescindibles víveres y recursos (también militares, que fue la excusa perfecta para desmontarlos), pero poco a poco tales túneles fueron detectados y anulados por las fuerzas combinadas de los militares israelíes y egipcios.

[3] James Petras, “El genocidio israelí y sus cómplices”, La Haine, 16 ago 2014.

Los àrboles, bien gracias… ¿o querès que te cuente?

Por Luis E. Sabini Fernández. El árbol es nuestro amigo. Nuestro aliado, nuestro protector. Como decía Herman Hesse, nuestro hermano.
Esto se repite a menudo en las escuelas, en los actos en las plazas, pero en la vida cotidiana de una megalópolis como Buenos Aires, la cosa es diferente.
Y si miramos el mapa argentino, el desmantelamiento de bosques para mayor extensión de la soja, con esa nueva no tan nueva “ley de bosques” que se le ha entregado a la agroindustria, contaminante, tanto territorio, el estado de los àrboles y los bosques es màs que preocupante.
Pero ciñémonos a nuestra ciudad, a la CABA.
Dos notas bien recientes nos pueden servir de base para este abordaje: una nota en La Naciòn 1 que nos “informa” que todo està muy bien con los árboles de la ciudad, o al menos mucho mejor que en otras ciudades; y otra nota en Página 12  2 que nos advierte lo mal que están los àrboles de la ciudad.
Desde la lógica màs rudimentaria, ya sabemos que cuando dos afirmaciones se contradicen entre sí, las dos no pueden ser ciertas; podrán sí ser las dos falsas o a lo sumo, una verdadera.
En La Naciòn se conforman con poco: hacen un cuadrito según el cual Buenos Aires tiene màs àrboles por habitante que Barcelona, Curitiba, Bogotà o Nueva York. Podríamos agregar sin temor a equivocarnos que también tiene màs, mucho màs que Shangai.
Pero si hacemos la comparación con Rìo de Janeiro, con Montevideo, con Estocolmo, por ejemplo, la cantidad de àrboles porteños es misérrima. No es juego limpio “elegir” nada màs que ciudades aun menos provistas de àrboles que BsAs. Sirve para reconfortar porteños, pero lo hace con algo falso. Y falaz.
La noteja de LN también se consuela afirmando que faltan sí, pero apenas un puñado: el censo de 2012 habría revelado que hay 372 mil árboles y que los espacios con que cuenta la ciudad para tales plantaciones es de 420 mil: falta entonces apenas un 10%. Pero ni siquiera, según la misma nota, porque, complementa cifras afirmando que hay unos 53 mil àrboles màs plantados en “espacios verdes”. Ya estaríamos en 425 mil, sin necesidad de recurrir a los espacios vacantes…
No queda claro de donde proviene un 5% que la autora nos informa que corresponde a “plantados por vecinos”. ¿Plantados en los espacios públicos o en los jardines privados? Un 5 % andaría por unos 20 mil…
Por supuesto, el artículo da por sentado que hay que terminar de poblar los espacios disponibles para àrboles, pero no dice una palabra, luego de tantos números, sobre la calidad de vida de tales àrboles.
Uno camina y ve el maltrato permanente de àrboles. Tronchados, mutilados, vandalizados, suprimidos para disponer del espacio con otras finalidades.
Una cuadra “normal”, de unos 85 o 90 m suele tener una docena de espacios en cada vereda. Aunque en algunos se puede contar 12 por vereda, es habitual ver cuadras con 7 o 5 ejemplares. En las cuadras cortas, entre pasajes, unos 45 o 50 m., hay espacios previstos para 7 arboles por vereda; sin embargo, es habitual encontrar algunos tramos con 4, por ejemplo.
¿Què ha contado LN? cuando nos habla de 372 mil àrboles?, ¿los ejemplares o los espacios previstos?
Los espacios para plantar àrboles, como djimos, están sufriendo una merma constante: para hacer una entrada de autos, para hacer una entrada de negocio, para ampliar un garaje.
Contar àrboles mal podados, por ejemplo fuera del período de hibernación o mediante mutilaciones de troncos y ramas principales, que no permite jamàs la restauración del árbol adulto y pleno. ¿Contar què?
Veamos un ejemplo con los cortes recientes en la plaza de Almagro, limitada por Salguero, Bulnes, Peròn y Mitre. Esa plaza tuvo un penoso episodio con una rama gruesa cayendo y golpeando en el cràneo de una niña, produciéndole una severa conmociòn cerebral.
Hace un par de meses, todavía en buena época de poda, llegaron a la plaza y cortaron troncos y ramas hasta dejar mustios àrboles que jamás van a recuperar sus copas, y que brotan, ahora están brotando primaveralmente con ramilletes de ramas, constituyen una copa totalmente disímil a la propia de la especie.
¿Por què esa arrebatiña de plantas, troncos, ramas? El municipio no quiere que se le repita el episodio de la niña tan lastimada. Pero ¿por què había pasado? Porque las “autoridades” encargadas del “ornato público” no han verificado nunca el estado de los àrboles. Entonces, hay que cambiar alguno o troncharlo cuando de repente se cae…
Esto, se podría calfiicar como una manejo burocrático en este caso de la vida (de los àrboles, y la de la gente). En lugar de sierras eléctricas trabajando al barrer, hay que tener botànicos que examinen el estado de los àrboles y retirar o hacer retirar los enfermos, los que presenten peligro de caída, etcétera.
Si esto pasa con árboles viejos, Kiernan nos cuenta lo que pasa con àrboles jóvenes: plantaron “àrboles extremadamente jóvenes, sin hojas, raquíticos, con ‘troncos’ de diámetro de 5 y 10 mm, como el dedo meñique de un adulto y de una altura que en el mejor de los casos alcanza a los dos metros y en el peor apenas llega a un metro […] plantados en un terreno […] que no fue preparado, no hay quien lo riegue.” Kiernan aclara que todos estos operativos revelan “ignorancia, indiferencia”. Refirièndose al método, señala que ni siquiera se hicieron los hoyos el dìa anterior, no se le agregó tierra fértil como cama para el ejemplar a transplantar y el terrón que porta el árbol nuevo no fue ni siquiera dejado a nivel del resto del suelo, facilitando la putrición de aquellas plantas que quedaron por debajo, “que acumula agua y pudre las raíces”.
Andamos mal entonces, de cantidad, mal de calidad, “ciudad verde” ¿de què puede enorgullecerse una administración que hace tan mal las cosas y apostrofa que cuida las plazas, el arbolado urbano, nuestra calidad de vida?

1  Laura Rocha, Buenos Aires, 28/10/2015.
2  Sergio Kiernan, Buenos Aires, 31/10/2015.